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¿Qué clavos debería usar para mis pruebas de atletismo? 3, 6, 9 o 12mm.
Guía práctica sobre zapatillas de clavos: tipos, uso y cuidado
Las zapatillas de clavos son una herramienta muy específica dentro del entrenamiento. No son solo “unas zapatillas más”, sino un material que cambia por completo la manera en que el cuerpo se relaciona con el suelo.
Su objetivo es claro: mejorar el agarre y la transmisión de fuerza en cada zancada, permitiendo que el gesto sea más explosivo y eficaz. Pero para aprovecharlas bien —y evitar lesiones— hay que conocer los tipos de clavos, cuándo usarlos y cómo cuidarlos.
Existen clavos de distintos tamaños: 3, 5, 6, 7, 9, 12 o 15 milímetros. Cada medida está pensada para una situación concreta, y usar el clavo equivocado puede marcar la diferencia entre entrenar con seguridad o acumular molestias innecesarias.
Clavos de 3 mm: iniciación y fondo
Los clavos más cortos, de 3 milímetros, son ideales para fases de iniciación o para trabajos aeróbicos de fondo, donde lo importante es adaptarse a la sensación del clavo sin forzar la musculatura ni las articulaciones.
Proporcionan un ligero agarre que nos permite empezar a “atacar el suelo” con la puntera, aprendiendo esa sensación de propulsión sin que el pie se hunda demasiado.
Son una buena opción para introducir los clavos de manera progresiva o para realizar entrenamientos técnicos de baja intensidad, donde prima la coordinación y el control.
Eso sí, no conviene abusar de ellos en sesiones exigentes: su falta de penetración hace que el impacto recaiga más sobre los metatarsos y tobillos, aumentando el riesgo de sobrecargas.
Clavos de 6–7 mm: velocidad y potencia
Cuando pasamos a trabajos de velocidad, la cosa cambia. Los clavos de 6 o 7 milímetros son el estándar en pista de atletismo, y de hecho 6 mm es el máximo permitido en la mayoría de instalaciones oficiales.
Ofrecen una combinación perfecta entre agarre y control, lo que permite al atleta aprovechar cada Newton de fuerza que aplica al suelo.
Con este tipo de clavo, el pie se “ancla” lo justo para permitir una aceleración fuerte sin comprometer la fluidez del movimiento.
Es el tamaño ideal para entrenar aceleraciones, salidas, series cortas o trabajos de técnica de carrera. Si tu objetivo es mejorar en pruebas como los 100, 200 o 400 metros, estos son los clavos que necesitas tener siempre listos.
Un detalle importante: no todas las zapatillas de clavos de velocidad son iguales. Las más agresivas tienen una placa muy rígida (a veces de fibra o compuestos plásticos) que devuelve energía en cada apoyo. Cuanto más técnica y potente sea tu carrera, más notarás la diferencia.
Clavos de 9–15 mm: campo a través y trail
Los clavos de 9, 12 o 15 milímetros están diseñados para terrenos naturales o blandos: tierra, hierba, barro, arena húmeda… Son los más comunes en cross o trail, donde el suelo cambia constantemente y se necesita más tracción que reactividad.
Estos clavos penetran más y permiten mantener el impulso sin patinar, algo esencial cuando la superficie no ofrece firmeza.
Eso sí, usar clavos largos en pista o sobre suelo duro puede ser contraproducente: notarás el pie inestable, el impacto se concentra en zonas muy pequeñas y aumenta el riesgo de molestias o lesiones.
Cómo elegir tus zapatillas de clavos
La elección del modelo de zapatilla es casi tan importante como la del clavo.
En velocidad, buscamos una zapatilla ligera, con buena sujeción y una suela rígida, que permita transmitir toda la fuerza hacia delante. Cuanto menos se deforme la suela, más eficiente será cada paso.
Es recomendable que el modelo tenga entre 7 y 10 orificios para clavos, lo que mejora la distribución del agarre y evita puntos de presión excesivos.
No hace falta llenar todos los huecos en cada sesión: puedes adaptar la configuración según el tipo de entrenamiento, aunque la mayoría de atletas prefieren llevarlos todos colocados por uniformidad y equilibrio.
Mantenimiento y cuidado
El mantenimiento de las zapatillas y los clavos es una parte que muchos pasan por alto, pero marca la durabilidad del material y el rendimiento.
Los clavos se gastan con el uso, especialmente si los empleas en suelos duros o los dejas puestos entre sesiones. Con el tiempo, la punta se redondea y pierden eficacia.
Por eso, es importante revisarlos cada pocas semanas y llevar siempre repuestos junto con una pequeña llave de clavos en la mochila. Así podrás sustituirlos en el momento si notas que uno se ha soltado o perdido.
Cuando limpies las zapatillas, utiliza agua tibia y jabón neutro. Si hay barro seco o suciedad incrustada, puedes usar un cepillo de dientes para llegar a las roscas sin dañar la superficie.
Mantener las roscas limpias es esencial para que el clavo se enrosque correctamente y no se bloquee o gire en vacío.
Y algo que parece obvio pero no siempre se cumple: no camines con clavos sobre cemento o asfalto. No están pensados para eso, y cada paso que das fuera de la pista acorta su vida útil.
Compatibilidad y recambios
La mayoría de clavos actuales tienen rosca universal, por lo que puedes mezclarlos sin preocuparte por la marca de la zapatilla.
Lo que sí cambia es el material (acero, aluminio, cerámica) y la forma de la punta: algunos son más cónicos, otros más planos o piramidales. Las diferencias son sutiles, pero si compites con frecuencia, merece la pena probar distintas opciones.
En definitiva
Los clavos no son un accesorio más: son una extensión del pie y de la técnica. Saber elegir el tamaño adecuado, cuidar el material y entender en qué contexto usarlos puede marcar la diferencia entre una sesión fluida y una sobrecarga innecesaria.
Dedícale un poco de tiempo a conocerlos, a probar distintas configuraciones y a mantenerlos en buen estado.
Porque, al final, la sensación de tracción perfecta y de “engancharte al suelo” cuando todo fluye… es algo que solo entiendes cuando llevas los clavos adecuados.
Escrito por:
Eduardo Espinilla, preparador físico de S4S.
