Actualmente Vacía: 0,00€
Relacionados
El error de confundir experiencia con enseñanza en el deporte
¿Cuántas veces has cocinado en tu vida? ¿Y cuántos años llevas haciéndolo?
De repente entiendes que cocinar no es lo mismo que enseñar a cocinar.En el deporte ocurre lo mismo. Se valora tanto la experiencia que a menudo se olvida lo más importante: la capacidad de enseñar.
Haber vivido algo no te convierte en maestro
Durante años, los grandes atletas han sido vistos como modelos a seguir.
Sus marcas impresionan, sus sacrificios inspiran, sus historias motivan.
Pero una cosa es dominar tu propio cuerpo y otra muy distinta es entender el proceso que lo llevó allí.
Un atleta conoce la sensación del esfuerzo, del miedo o del éxito.
Un entrenador debe conocer las razones detrás de cada sensación, y saber cómo traducirlas para que otro las entienda, incluso si no se parece a él.
Por eso, un récord no es un título pedagógico.
Haber sido un gran deportista te da experiencia, no necesariamente comprensión.
Y sin comprensión, enseñar se convierte en repetir lo vivido, no en construir algo nuevo.
El arte de enseñar: curiosidad, empatía y método
Un buen entrenador no se define por sus logros, sino por su capacidad de adaptación.
Debe ser capaz de trabajar con quien empieza desde cero, con quien entrena sin motivación, o con quien se pasa de intensidad.
Ser entrenador es observar, preguntar, innovar, escuchar y experimentar.
Es crear un entorno donde cada atleta entienda qué está haciendo y por qué.
No se trata de imponer, sino de guiar con criterio.
Por eso, enseñar no va de repetir entrenamientos ni de recitar teoría.
Va de entender personas, de leer sus gestos y ritmos, y de ajustar cada decisión al momento exacto en que el atleta la necesita.
¿Se aprende a ser buen entrenador?
Sí, pero solo si hay un compromiso real con el papel.
No basta con cumplir horarios entre exámenes, trabajos o descansos.
Hay que hacer preguntas, leer, observar, escribir, y aceptar que uno mismo también está en formación permanente.
Porque si no hay reflexión ni curiosidad,
el resultado será el de siempre: un buen atleta que entrena a gente,
no un buen entrenador.
La verdadera maestría
Ser buen entrenador no depende de cuántas medallas tengas,
sino de cuánto entiendas lo que hiciste para conseguirlas.
La experiencia es el punto de partida, no el destino.
Convertirse en un buen formador exige humildad, estudio y empatía.
Porque al final, no es lo que hiciste lo que te define,
sino lo que eres capaz de hacer que otros descubran por sí mismos.
Ahora… ¿cómo quieres que sea tu entrenador?
En S4S utilizamos lo que aprendemos para que nos sirva de guía , y la experiencia para cuestionarnos continuamente.
Explora nuestros programas o contáctanos para formarte con nosotros.
hola@s4straining.com / +34 640 119 348